Nueva cita con el talentoso pianista de pop jazz Jamie
Cullum, esta vez el escenario fue mas regio que de costumbre. El teatro real de
Madrid acogió esta calurosa noche de Julio a un artista con mayúsculas, dentro
del ciclo Universal Music Festival.
Curioso ver a este gran músico, cantante y compositor,
bregado desde joven en los tugurios de jazz de Romford y al que hemos visto en
garitos como la sala But o La Riviera, rodeado de palcos aterciopelados y
luminarias de alta alcurnia, para ofrecernos en esta ocasión el último trabajo
después de cinco años, su álbum Taller.
Con un aforo lleno en el que prevalecían
personas que rara vez podrían haberle
visto en los garitos anteriormente mencionados, se presentó este pequeño gran
hombre, tan perspicaz como acostumbra y acompañado por una soberbia
orquesta de cuatro músicos que alternaron cuerdas y vientos junto a un batería
de primer nivel y un coro de voces negras que garantizaba una noche de soberbia
calidad como así fue.
Jamie Cullum siempre ha sido un outsider de la música, un
tipo poco convencional que busca el más allá en sus funciones interpretativas,
siempre buscando la variable, nunca conformándose con la performance al uso, su inmenso talento
al piano y su increíble voz, mezcla de esa juventud que parece no extinguirse
jamás y ese punto canalla, frívolo y seductor que le permite unos registros
vocales tan propios y reconocibles.
Quizás por estos alardes de talento a raudales en los que
parece enloquecer al piano buscando las cuerdas del instrumento y probando
bases rítmicas como si de un contrabajo se tratara o tocando una difícil pieza
con una sola mano, no es tomado en serio por los grandes puristas del jazz,
a los que parece desubicar con tanto histrionismo, tanta búsqueda del
espectáculo más allá del jazz convencional, pero él se siente cómodo en sus
shows, lo transmite y comunica su inconformismo así, a base de recursos
rítmicos variados y rebeldes.
En esta mágica noche combinó a la perfección los temas de
Taller, un álbum más funk rock que de
costumbre, sus temas fetiche más populares y múltiples versiones absolutamente
entusiasmantes. Él pequeño Cullum domina absolutamente todos los registros y
puede, desde aterciopelar la voz, adecuarla y convertirse en un ser íntimo y
cercano con baladas al piano como Drink, For The Love o The Age Of
Anxieti, cambiar ese registro y
acercarse a la máxima expresión rítmica afrobeat con Sinnerman, convertir la
deliciosa Mankind en una versión gospel alucinante, hacer un guiño al mejor
jazz eléctrico de ramalazos funkies con Usher o convertir el patio de butacas
del Real en una `pista de baile con You And Me Are Gone. Puede incluso escoger
himnos de Ray Charles, Nina Simone, Louis Prima, Frank Sinatra (o incluso una
sorprendente The Man de The Killers) y hacerlos suyos con una aparente
facilidad, a veces pasmosa, del que se sabe conocedor de sus amplias vertientes.
Alto nivel para una prueba de fuego en la que Jamie Cullum
se adaptó con tremenda suficiencia y mejor resultado, ardió durante las dos
horas de espectáculo, se mostró amable con el público ( al que dedicó una
diatriba encendida contra el Brexit, acogida con regocijo), encantado con la
hospitalidad madrileña pero algo molesto con las temperaturas (Madrid, you are
freaking so hot, llegó a pronunciar varias veces). Una gran noche de calidad
musical en la que el talentoso pianista volvió a exhibir músculo, vigor y
clase, muchísima clase la de este outsider.
Madrid, 22/07/2019
Playlist del concierto
https://open.spotify.com/playlist/59eobtXpJ0sYI7VqClespj?si=r0z22XXaRv6_dMw6A_4Hww
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